Un Real Madrid de porcelana cedió un empate ante el Villarreal en La Cerámica en un partido en el que fue de más a menos y acabó desfondado en la segunda mitad. Mariano adelantó a los blancos y Gerard Moreno igualó de penalti. Los de Zidane acusaron las bajas de Ramos, Casemiro y Benzema y fueron incapaces de crear peligro tras el descanso.
Que a Zidane le quiten a Ramos, Casemiro y Benzema es como si a Telecinco le quitan a Ana Rosa, Jorge Javier y Belén Esteban. El Real Madrid se plantaba en Villarreal con más bajas que Leónidas en las Termópilas pero, como los 300, dispuesto a resistir a puro huevo. No había otra si los blancos no querían sumar su triplete de traspiés ligueros a las primeras de cambio. Demasiado pronto para despedirse de una Liga demasiado barata.
Con tanta ausencia, más que una alineación Zidane resolvió un sudoku. Lo hizo apelando a una de sus mayores virtudes: la sencillez. Por partes. Courtois de portero. A la defensa regresaba Carvajal al lateral derecho, se mantenía Mendy en el izquierdo y Nacho acompañaba a Varane en el centro. En el centro del campo Kroos hacía de Casemiro, Modric de Modric y Ödegaard entraba para completar el trío. Arriba Lucas Vázquez volvía su puesto natural, también Hazard superado el coronavirus. Y Mariano, el nueve más cabezón del mundo, tenía su oportunidad para cubrir las vacantes de Benzema y Jovic.
Con ese once de circunstancias (y garantías) se presentaba el Real Madrid en La Cerámica. Enfrente el Villarreal del deseado Pau Torres, con un centro del campo de nivel (Iborra-Parejo-Trigueros) y una delantera amenazante (Moi-Bacca-Gerard Moreno). Y con Emery en el banquillo, que puede ser bueno, malo o mediopensionista.
Mariano golpea primero
El partido estrenó el VAR casi antes de empezar. No había dado ni el minuto 2 y el Real Madrid hizo el primero en La Cerámica. Lo marcó Mariano, que remataría igual un balón que una Termomix o un Opel Corsa que le centraran. Fue un cabezazo en un bello escorzo, pero con el asistente con la bandera levantada. Había señalado una mano previa de un jugador del Villarreal, pero Hernández Hernández dejó seguir… con buen criterio. El VAR lo revisó, lo concedió y 0-1 para el Madrid. Sonreía Zidane mientras olía la flor imaginaria de su solapa.
El gol fue un sorbo de Red Bull para el Real Madrid: le dio alas. Presionó arriba con buena disposición y mejor ánimo. El Villarreal acusó el sopapo en frío. Los blancos, además, triangulaban a un toque con precisión, velocidad y belleza. Ödegaard gobernaba el partido como vértice de todos los triángulos. El noruego tocaba y se ofrecía. Chupaba más cámara que Pedro Sánchez.
Alcanzóse el primer cuarto de hora sin noticias de Courtois, buena señal para los de Zidane. Trataba de reconstruirse el Villarreal en torno a la pelota. Parejo daba señales de vida. Precisamente el canterano del Real Madrid tuvo en su cabeza el 1-1 a un buen centro de Gerard Moreno. La peinó mal. Quizá si la jugada hubiera sido al revés…
Espabila el Villarreal
El Real Madrid había perdido gas en la presión de los primeros 15 minutos. Empezaba a refugiarse demasiado atrás, una situación que invitaba al Villarreal a asomarse al área de Courtois. Respondió el Real Madrid con una jugada que nació de un pase maravilloso de Kroos a un magnífico desmarque de Carvajal. Pau Torres se cruzó en el área para evitar el pase de la muerte del lateral blanco.
El partido empezó a caerse porque al Real Madrid le dio por dormir la pelota y el Villarreal se mostraba impotente para llegar al área blanca. El descanso ahogó un bostezo y dio a los de Zidane una victoria parcial que les ratificaba en su idea de remangarse y correr como nunca para sobrevivir a las bajas en La Cerámica.
Se reanudó el duelo sin cambios. Apretó el Villarreal como si tuviera prisa por buscar el empate. Resistía el Real Madrid con sacrificio y solidaridad defensiva. Arriba, Mariano seguía bailando un chotis con el fuera de juego, pero era un dolor de cabeza para los centrales de Emery. Modric y Ödegaard evidenciaban síntomas de cansancio, pero Zidane no tenía recambios en el banquillo. Bueno, sólo Isco, que a día de hoy es el último de la fila y por eso quiere irse.
En el 56 el Real Madrid se disparó al pie y el tiro casi le amputa un dedo. Perdonó Gerard Moreno un mano a mano ante Courtois después de un error grosero de Kroos en la salida de la pelota. Respiraba Zidane y a la vez ponía a calentar a un Isco que parecía recién salido de la siesta.
Emery metió a Chukweze para agitar el duelo. Lo consiguió. Respondió Zidane con un doble cambio: Isco y Vinicius por Hazard y Ödegaard ambos recién salidos de lesión. El malagueño acaparaba los focos. Ni el negro le estiliza ya. Mientras tanto el tiempo hacía lo que tanto le cuesta a Isco: correr. Nos plantábamos ya en el 67 entre pitos y flautas.
El Villarreal empezó a perdonar ocasiones cantadas. Parejo en el 69 después de una buena jugada de Chukweze disparó cruzado desde fuera del área. El joven nigeriano había dinamitado el partido. Sufría el Real Madrid. Varane y Nacho se afanaban en achicar agua en plena inundación. El Submarino asomaba el periscopio en busca de un empate que empezaba a merecer. Zidane ponía a calentar a Asensio.
A la tercer aviso de Chukweze llegó el premio. Courtois salió un poco tarde y arrolló dentro del área al delantero del Villarreal, que había cambiado el partido. Gerard Moreno anotó la pena máxima a pesar de que el meta del Real Madrid había adivinado el sitio: abajo y a la derecha. Pues partido nuevo en El Madrigal con un cuarto de hora por delante.
Pasaron diez minutos y Zidane hizo un cambio postrero: Asensio por Mariano. Menos tiempo todavía le dio Emery a Kubo, al que metió al césped en el 88. La carita del japonés era un poema. Se consumió el tiempo que faltaba. El Real Madrid y el Villarreal firmaron el armisticio, se repartieron los puntos y a otra cosa. La siguiente para los de Zizou será San Siro ante el Inter.
Pero esa ya será otra historia.